6 de febrero de 2013

A dentelladas con la vida.

Con frecuencia la vida nos muerde. Así sin más. A veces incluso duele.
Por tanto, porqué reprimirnos cuando tenemos ocasión de darle una buena dentellada?
Y en las últimas 24 horas he sentido vivir un "todo incluido" de cena, desayuno y comida, de la que sólo algunas migajas han quedado para las fotos y para este blog.
Espero os sirvan para entender de qué habla este loco.
Desde la Cova viendo el sol sobre el Puig.

La historia va de 3 amigos (aunque podrían haber sido unos cuantos más) y una cueva, la de l'aigua, escondida en lo alto de una montaña.

Va de buscarla, perseguirla, rastrearla en la oscuridad de la noche. Sin senda ni camino que te guíe. Pero con rumbo claro, el marcado por el maestro Jaime.

Mis compis de viaje. Arriba la Cova
Habla de una cena sobre la piedra, de un vino (o dos) compartido bajo incontables estrellas que se fueron sucediendo una tras otra en su incesante camino hacia el oeste. Primero Orión, el guerrero, desafiante y hambriento quizás ante tal bacanal. Luego su inseparable perro (Canis Major) con su brillante Sirius, para el que no quedaron ni las migajas del postre. Luego Casiopea... ¿Casiopea?, bueno la verdad es que mujeres vimos pocas.

Y luego la Luna. Esta sí que vino, aunque tarde a su cita. Nos pilló durmiendo. Pero de vez en cuando, algo haría que nos iba despertando frecuentemente. Ahora estoy aquí! Ahora aquí! O tal vez fueron los ronquidos, no lo sé.
Y ya no se separó de nosotros hasta el amanecer.

Ay el amanecer!

Alguna vez has visto un amanecer desde la Cova de l'aigua? 
 La mayoría responderéis que no. Al igual que yo hasta ese momento.
Pues atento a lo que nos hemos estado perdiendo todo este tiempo:


Fascinante no?
Deja sin palabras el espectáculo. Te inyecta algo sin pincharte. Te aguijonea y la hinchazón no hay quien la pare.

Pero el día sigue, acompañando al sol. Así que regresamos costera abajo, a ratos pronando, a ratos supinando.
 Y cuando llego al coche, tengo la sensación de haber vuelto de un viaje al más allá, como si volviera  de consultar el Oráculo, de preguntarle a los dioses, y no haber entendido muy bien de qué va esto del futuro y las predicciones pero teniendo más claro de qué va el presente.
Y pregonando este nuevo credo, nos sumergimos por enésima vez en las frescas aguas del Abdet, bautizamos a Álvaro, y despachamos este todo incluido en menos de 24 horas con un almuerzo en la Venta de Benifato.
Creo que esto no hay quien lo sane.
Mil gracias.

3 de febrero de 2013

Volvemos a la Carrera del Coto

Un par de años después, vuelvo.
Y no es que vayamos muy fino, no, pero ya tenía ganas de correr en la que fue mi casa.
Así que aprovecho la inmejorable compañía para este ventoso domingo, y para allá que me voy.
Un frío importante nos aprieta las carnes mientras recogemos dorsal. Me paro a saludar a viejos conocidos. Mucho tiempo sin ver a muchos corredores, y me hace ilusión saludarles. También saludo a muchos otros que no conozco personalmente pero que me reconocen por el blog, y también me hace especial ilusión (uno incluso me nombra por el otro blog "ciudadanonico, jajajaja, que también le gusta; gracias)
Son pocas las ganas que tengo de competiciones, de hecho no estoy apuntado en ninguna otra ni tengo intención a corto plazo de hacerlo (con la TrailWalker ya tengo bastante plan), pero reconozco que el ponerte el dorsal y juntarte con varios cientos de corredores tras un arco de salida tiene un puntito especial.
Luego la carrera. Un clásico. Recorrido técnico ya conocido, lo que no ha evitado que me diera una buena piña. Excelente ambiente. Buenos avituallamientos, especialmente el final. Como siempre. El Coto es apuesta segura.

Y el talón?... Bueno pues como ya dije en otras lesiones, no hay como que te empiece a doler en otro sitio para que dejes de pensar en una lesión crónica.
Del talón y el tendón de Aquiles ni me enterado. Al poco de salir ya tenía espalda y zona glútea alta cargadita, y sobre los 15 km ya he empezado a notarme la fascia lata izquierda molestando como cuando acababa en la primera Yeti (aunque afortunadamente la cosa no ha ido a más). En fín... siempre algo.
Pero nada me ha impedido sonreir toda la carrera, como siempre.

Y al final, lo mejor, mi familia.